Elena Zerek me pasó hoy unas hojas del plan de Salud Mental para los próximos años en Canarias. De entre las cosas que llamaron mi atención destacaría algo que ya sabíamos: el psicoanálisis y la hipnosis (predecesora terapéutica del anterior) no quedan recogidos en el plan de salud del Servicio Nacional de Salud. Algo similar ocurre en Francia y en el Reino Unido – en la primera, esto suscitó un debate sangriento entre la terapía cognitiva conductual (TCC) y el psicoanálisis (PA) que culminó (¿?) en el año 2005 con la publicación de “El libro negro del psicoanálisis” lo que provocó, de manera interminable – tal y como algunas escuelas psicoanalíticas – la ira de Elizabeth Roudinesco (pero ésta, como decía Michael Ende, es otra historia). En el Reino Unido, Darian Leader (que en España se le conoce por haber sido co-autor del libro Lacan para principiantes) acaba de publicar una diatriba en contra de la TCC. El motivo de ello ha sido que el Sistema Nacional de Salud del Reino Unido ha destinado una partida extraordinaria de dinero para la formación de profesionales en TCC – en detrimento de otras terapias que NO están basadas en la evidencia (o en pruebas como se debería decir en español). Debo el haberme enterado de la catilinaria de Darian Leadeer a Mind Hacks, que creo que ya he recomendado en otras ocasiones, como uno de los mejores blogs en neurociencias/psiquiatría. El ataque de Leader es importante porque si hace años se debatió si el psicoanálisis era una ciencia o no, en estos momentos, se ha prescindido de ello para sólo afirmar que la(s) ciencia(s) es (son) parte de otra narrativa, otra manera de ver el mundo, a la par de la astrología, por ejemplo, o de lo que esté de moda en ese momento; es más, la(s) ciencia(s), el abordaje científico del mundo, es (son) parte del discurso de la modernidad, de la ilustración, del siglo XVII y XVIII. Es sabido que hay otros discursos, más allá de lo modernidad, postmodernos, que establecen la validez de otras narrativas, así como lo nocivo del discurso científico. En otras palabras, la contribución , por ejemplo, de la medicina basada en la evidencia (MBE) carece entonces de validez, es otra manera más de ver el mundo. ¿Esto último les parece disparatado? Pues no lo creen así Holmes et al (2006) en este artículo que creo que algunos de ustedes ya conocen, en donde se etiquetaba a los activistas de la MBE como “microfascistas”. Han vuelto a la lucha de nuevo en un artículo accesible aquí y que queda comentado en este otro blog.
La ironía de todo lo anterior es que es precisamente la MBE la que valida las psicoterapias psicodinámicas a largo plazo en el artículo que mencionaba ayer publicado en JAMA.
2 comentarios:
La verdad, ha suscitado usted mi curiosidad, así que estaba echándole un vistazo a las entradas antiguas de su blog. No he querido evitar hacer un comentario en esta entrada. Los procedimientos cognitivos como por ejemplo, las habilidades sociales, siempre me han parecido "fascistas". Cualquiera con dos dedos de frente se hace una composición de lugar: el problema que tiene el paciente es que no piensa correctamente, que tiene ideas incorrectas que provocan el malestar. El terapeuta posee la forma correcta de pensar y la terapia se basa en conseguir que el paciente piense como el terapeuta. ¿Es o no es fascismo?. No le voy a aburrir con los detalles sobre las implicaciones que este modo de proceder supone, ya que entiendo que las conoce perfectamente.
Me sumo a Jesús Castro. Las TCC siguen la muy "honorable" tradicción del sin par y genial Dr. Menguele: nazismo refinado y adapatado a los nuevos tiempos.
Alvarez
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