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El tema de la religión y las enfermedades mentales es uno que me interesa desde hace tiempo (le tengo especial cariño a esta carta en el Canadian Journal of Psychiatry, escrita con un residente - virtuoso del violín - en el año 2002), pero siendo el diletante que soy, le suelo dedicar poco tiempo; aunque, esporádicamente, me encuentro algún comentario como este, en el último número de la revista Nature (como muchas de los tesoros que encuentro, se lo debo a Vaughan y su blog Mind Hacks - que como ya saben, es valiosísimo y de lo mejorcito). Se trata de una perspectiva evolucionista de este asunto - llama la atención el que uno de los elementos que tengan en común las religiones es la de un ser superior y no la existencia del más allá; de acuerdo con el artículo, el cerebro humano, en el curso de la evolución, ha conseguido concebir un ser inconcebible (¿es esto lógicamente posible? - vendría a ser el equivalente de la paradoja de Russell: ¿El conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos, se contiene a sí mismo?
Enjoy! Y recuerden: All work and no play makes Jack (o Adrián, Nataxta, Judit, Fernando, Marta, Esperanza, Elena, Helena, etc.) a dull boy (girl).
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