domingo, 4 de octubre de 2009

Changing paradigms or cognitive evasiveness?

En una editorial reciente de mi querido Canadian Journal of Psychiatry (Agosto 2009), Paul Grof escribe que "[...] la eficacia de nuestros tratamientos biológicos más comunes está siendo cuestionada cada vez más. La falta de satisfacción con el presente se está expresando con el aumento del interés en el pasado de la psiquiatría. En otra muestra de descontento, durante la década pasada, el puzzle fundamental de la psiquiatría - la naturaleza de la conciencia humana - ha recibido una atención inusual en una plétora de conferencias multidisciplinarias, siendo cuidadosamente evitada por parte de la neurobiología".

Bruce Charlton, a quien he mencionado en posts anteriores, participó en el cuestionamiento de marras del paradigma que prevalece, a través de un artículo, con título provocador (¿Por qué siguen los médicos recentando neurolépticos?), en el Quarterly Journal of Medicine (2006).

Charlton razona que el efecto fundamental de los neurolépticos, asociado con la parkinsonización del paciente y la indiferencia afectiva, es el responsable de la acción antipsicótica. Sin embargo, añade que el precio que se paga, a largo plazo, es excesivo puesto que el uso de estos fármacos es crónico - siendo sus efectos crónicos devastadores. En la misma revista hay un artículo de respuesta de otro psiquiatría, bastante ponderado y relativamente convincente (vide infra).

El artículo de Charlton, como todo buen artículo, suscita más preguntas que respuestas. En una carta de respuesta al articulo crítico de Daniels y en otro número del QJM, cita otros dos artículos - con acceso libre - y con resultados si no sorprendentes, al menos, notables; ello, porque supondrían un cambio en la práctica clínica en principio radical y en contra de una supuesta masa de pruebas (lo de la Psiquiatría Basada en Pruebas, la base de datos Cochrane, etc.) "Ortodoxa.

El primer artículo , en el Schizophrenia Bulletin (1996), está escrito por Max Fink y en éste se compara el uso del TEC con o sin Litio en pacientes con episodios maníacos "clásicos" o mixtos; el resultado es la mejoría de aquellos con TEC o TEC más Litio en comparacion con los de Litio sólo. El resultado era conocido, pero llama la atención ver la referencia y la claridad del estudio - me pregunto, que pasaría si volviéramos a usar el TEC con más frecuencia y más liberalmente.

El segundo, en el American Journal of Psychiatry (Feb 1999), es un artículo de Carpenter, al que no se le pueden criticar veleidades antibiologicistas, sobre el uso de Diazepam en pacientes con primeros síntomas de esquizofrenia y con resultados alentadores: "Los datos de eficacia apoyan el uso del diazepam en el tratamiento de los pródromos y de los signos de alarma precoces en la exacerbación sintomática de la esquizofrenia. Esta estrategia terapéutica puede ser especialmente importante en pacientes que rechacen la medicación antipsicótica o como un abordaje suplementario en un plan de tratamiento que ponga el énfasis en dosis bajas de antipsicócicos".

La conclusión del artículo de Charlton no está exenta de sarcasmo y su lectura puede llegar a ser algo irritante - no obstante, no creo que vaya descaminada; su apelación a la ortodoxia para cargarse a la propia ortodoxia, es amarga... La copio y la adjunto en su idioma original. No dejen de leerla:

  • "But there is no hiding the fact that if neuroleptics were indeed to be replaced by sedatives, then this would seem like stepping-back half a century. It would entail an acknowledgement that psychiatry has been living in a chronic delusional state, and this may suggest that the same could apply to other branches of medicine. Since such a wholesale cognitive and organizational reappraisal is unlikely, perhaps the most realistic way that the desired change in practice will be accomplished is not by an explicit ‘return’ to old drugs but by the introduction of a novel (and patentable) class of sedatives which are marketed as having some kind of (more-or-less plausible) new therapeutic role.

  • Such a new class of tacit sedatives would enable the medical profession to continue its narrative of building-upon past progress, and retain its self-respect, albeit at the price of cognitive evasiveness. But, if such developments led to a major cut-back in neuroleptic prescriptions, then this deficiency of intellectual honesty would be a small price to pay."




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