domingo, 21 de noviembre de 2010

Grumpy old men and law 180.

El cambio a Canadá ha sido "overwhelming" - es decir, abrumador (dicho en inglés, no obstante, no lo parece tanto (¡!)). Sin embargo, no es una mudanza que deba hacerse con frecuencia, ni que recomiende después de los cuarenta. Al menos eso he aprendido. Mi hija y mi hijo lo han tomado con ¿filosofía? o con toda la filosofía que se puede tener durante la adolescencia. A consecuencia del cambio, he estado algo ocupado y (pre)ocupado, por lo que no he podido escribir como me hubiera gustado (hotel, casa de alquiler, mudanza y recibo de contenedor desde Las Palmas, nuevo despacho, nuevas enfermeras/os, pacientes, secretarias, sistemas de comité, reuniones - interminables -... el cuento de nunca acabar). Por tanto, mi ausencia es explicable...

Espero, al asentarme en nuevas rutinas, poder seguir redactando, "on and off", algunas entradas para el blog.

El otro día hablaba, gracias a Skype, con uno de los residentes pretéritos y mencionó algo que me llamó la atención: ¿Hasta qué punto no había contribuido la AEN al estancamiento de la psiquiatría en España?  (¡Anatema!) No es posible generalizar, pero llama la atención que una nueva generación de psiquiatras perciban a la AEN como un agente conservador (¡!); sin embargo, deja de ser curioso y resulta notable cuando en el British Journal of Psychiatry del mes de Octubre se publica una editorial firmada por Altamura y Goodwin en la que se reformula, lo que proponía el residente mencionado, en relación a Italia y al Reino Unido.

Hace más de un año, decía lo siguiente: "En fin, hay cierto grado de simetría entre el texto de Altamura y la editorial reciente en el British Journal of Psychiatry que llama a un agrupamiento bajo el estandarte de la psiquiatría como especialidad médica". Parecería como si Altamura y Goodwin me hubieran oído y decidieran aliar fuerzas. El resultado es una editorial que ¿repelerá? a aquellas/os con un sensibilidad/talante más o menos liberal; pero, lo cierto es que afina en cuanto al asunto de la des-profesionalización de la psiquiatría. Se corre, como es habitual, el riesgo de simplificar un asunto complejo, pero un posible planteamiento (claramente reduccionista) podría ser el siguiente: si soy médico y concibo que hay enfermedades, para continuar o extender ello a la práctica psiquiátrica, esto es, para que ésta sea médica, ha de ser "biológica" (me salió circular el razonamiento, ¿verdad?).

Hasta cierto punto (un punto considerable) no estoy en desacuerdo con Altamura y con Goodwin (esto quiere decir, de acuerdo con mis hijos adolescentes) que me estoy transformando en un "Grumpy old man" - GOM) y ello motivó que escribiera una carta electrónica al mismo B J Psych, que muy desconsideradamente no me han publicado (no deben ser GOM). Supongo que es porque me salió demasiado "Grumpy". Cuando le comenté a mi hijo que no la habían publicado, me sugirió que la publicara en el blog. Aquí la tienen:

Sir,

Being Spanish and having trained as a psychiatrist in the UK, in the mid 1980s, made me read with some trepidation the editorial by Altamura and Goodwin (1). The impact of Law 180 on the Spanish Psychiatric Reform has been highlighted elsewhere by a number of Spanish psychiatrists (2); further, it has inspired generations of psychiatrists and, in certain quarters, is still regarded as a landmark and a beacon (3).
 
I envisaged a reaction by the aforementioned psychiatrists. None has been forthcoming, which is surprising since they still adopt a militantly gramscian attitude (in this sense, the paper by Ekers et al., 2009 (4), deserves a tongue-in-cheek reading).
 
During my training I was taught to keep an open mind; however, it is difficult to remain open minded and to have a balanced view of the current state of the profession when potentially inflammatory editorials such as this one are published.

Notwithstanding its controversial content, it appears superficially fair and undoubtedly uses the rethoric of science to make the point that science and not ideology should inform and direct public health decisions; in this case, that Law 180 was disastrous for Italian Psychiatry and that English Psychiatry should be aware of apparatchiks and governmental diktats. And yet in its attack to political correctness and received wisdom, it serves an important purpose: revealing that what was revolutionary three decades ago, has experienced  an irremediable Cubanization.

The essence of this editorial is clearly captured in a brief but critical paper by Povl Munk-Jorgensen concerning the avatars of Community Psychiatry (5).
 
When the profession of psychiatry is denigrated in the name of multidisciplinarity and collaborative work, a reminder of the excesses of political correcteness is laudable. Despite the self-righteous tone of the editorial  it is a timely warning for a profession that has a tendency to deny itself periodically and appears to be losing its North.


(1) Altamura AC, Goodwin GM. How Law 180 in Italy has reshaped psychiatry after 30 years: past attitudes, current trends and unmet needs. Br J Psychiatry 2010; 197: 261-262.

(2) Menéndez Osorio F. Veinte años de la Reforma Psiquiátrica. Rev Asoc Esp Neuropsiquiatría 2005; XXV: 69-81.

(3) Retolaza A, Markez I. Aprendiendo psiquiatría comunitaria. Entrevista al Dr. Manuel Desviat. Norte de Salud Mental 2008; 31: 68-77.

(4) Ekers M, Loftus A, Mann G. Gramsci Lives! Geoform 2009; 40: 287-291.

(5) Munk-Jorgensen P. Cider house rules. World Psychiatry 2008; 7: 98-99.


En la imagen: Sir Bob Geldof, que aparece habitualmente en el programa de la BBC: Grumpy Old Men. La foto procede del archivo de imagen de la Wikipedia y es, por tanto, de dominio público.

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